Docentes frente al cierre de las escuelas causado por el COVID-19

Josefina Cambra, presidenta del Consejo General de Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias, reflexiona sobre el presente y el futuro de…

Josefina Cambra, presidenta del Consejo General de Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias, reflexiona sobre el presente y el futuro de la profesión docente a partir del cierre de los centros educativos a causa de la pandemia

 

La repercusión de la situación creada por el estado de excepción decretado a causa de la pandemia que nos afecta es un tema complejo que no puede tratarse en unas pocas líneas. Nos limitaremos, por tanto, a unos breves apuntes sobre algunos aspectos que creemos, desde el Consejo General de Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias, que en las circunstancias actuales es preciso no olvidar.

En primer lugar queremos afirmar que, en lo que respecta a nuestro ámbito, el educativo, nos parecen muy atinadas las propuestas que figuran en el documento del Consejo Escolar del Estado aprobado en la sesión de su Permanente de 7 de abril. Se trata de medidas sensatas y proporcionadas que no dudamos que la actual administración educativa tendrá muy en cuenta a la hora de elaborar y aplicar la normativa que debe poner orden en una situación tan delicada.

Nos gustaría matizar que dicha normativa, además de velar para mantener la necesaria coherencia en las disposiciones que tomen la distintas administraciones autonómicas en virtud de sus competencias transferidas, también ha de promover la necesaria flexibilidad a fin de que las autonomías, los centros educativos, los progenitores, e incluso los propios alumnos, puedan tomar la mejor decisión, a ser posible individualizada para cada alumno, para mitigar las consecuencias de la situación actual, sin caer en la solución fácil del aprobado general.

 

Creemos que, a pesar de la indudable importancia de los contenidos curriculares y de su evaluación, en un momento como el actual deberíamos hasta cierto punto relativizarlos, ya que hay otros aspectos, puestos de manifiesto por el cierre de las escuelas, a los que debería prestarse una atención preferente

 

Más allá de nuestro manifiesto apoyo a las propuestas del Consejo Escolar del Estado, que tenemos el pleno convencimiento que el Ministerio de Educación y Formación Profesional sabrá recoger adecuadamente en la normativa legal, quisiéramos ir un poco más allá de dichas propuestas, centradas de manera casi exclusiva en poner orden en el arduo problema de la evaluación de un curso tan accidentado. Creemos que, a pesar de la indudable importancia de los contenidos curriculares y de su evaluación, en un momento como el actual deberíamos hasta cierto punto relativizarlos, ya que hay otros aspectos, puestos de manifiesto por el cierre de las escuelas, a los que debería prestarse una atención preferente.

Nos referimos a la necesidad, por parte de la escuela y de las familias, de atender adecuadamente a las secuelas de índole psicológica, física, de autodisciplina para la creación de nuevas rutinas, hábitos de trabajo y de gestión y disfrute del ocio. Todas estas cuestiones, si son abordadas adecuadamente, podrían resultar incluso beneficiosas para el crecimiento personal del alumnado, pero que si son descuidadas pueden tener unos efectos claramente perniciosos.

 

Hay que abordar a necesidad, por parte de la escuela y de las familias, de atender adecuadamente a las secuelas de índole psicológica, física, de autodisciplina para la creación de nuevas rutinas, hábitos de trabajo y de gestión y disfrute del ocio

 

El problema del ocio infantil y juvenil, que la sociedad ha ignorado en muchos casos, a pesar de ser un reto que ya está presente en las circunstancias previas a la llegada de la pandemia, por ejemplo, durante el período vacacional, e incluso también durante el curso, por la ausencia de una política de conciliación familiar que por inexistente impide la adecuada presencia y atención de los padres, debería ser abordado con urgencia. Resolver esta cuestión va sin duda va más allá de las competencias del Ministerio de Educación y Formación Profesional, y corresponde al poder ejecutivo, y al legislativo, afrontar este problema. Esperemos que así se haga.

Relacionado también con los horarios escolares, no debe olvidarse que muchos alumnos de familias desfavorecidas encontraban en el comedor escolar una solución a sus necesidades de una alimentación adecuada, y no se debería dejar de actuar para paliar la nueva situación creada. Lamentablemente esta supresión del servicio de comedor ya se encontraba progresiva y excesivamente presente a causa de la generalización del horario continuado, que ha conllevado en muchos casos la supresión de dicho servicio.

 

La socialización que representa la escuela, el aprendizaje de la convivencia con el otro, el favorecimiento del trabajo en equipo, la interacción personal con el profesor, la transmisión de valores que el ejemplo de la conducta del profesor fomenta, la necesidad de evitar la incomunicación y el aislamiento tan presentes en las familias actuales, son entre muchos otros, elementos imprescindibles en la formación del alumnado, que la enseñanza a distancia no puede sustituir plenamente



ENSEÑANZA A DISTANCIA


Por lo que se refiere a la buena prensa de que goza la enseñanza a distancia a través del ordenador, cuya llegada con motivo del confinamiento actual es recibida en general como una oportunidad para acercarnos a la enseñanza del futuro, creemos que es preciso echar un poco de agua al vino del entusiasmo frecuentemente desatado. Este método novedoso es sin duda un excelente complemento para el imprescindible trabajo personal en casa (o en la escuela, que debería ofrecer este servicio para aquellos que en su casa no disponen ni del espacio adecuado ni del imprescindible apoyo y asesoramiento de los padres, muy frecuente en el caso de las familias más desfavorecidas); pero sería deseable que la enseñanza a distancia no se generalizase mucho más allá. 

La socialización que representa la escuela, el aprendizaje de la convivencia con el otro, el favorecimiento del trabajo en equipo, la interacción personal con el profesor, la transmisión de valores que el ejemplo de la conducta del profesor fomenta, la necesidad de evitar la incomunicación y el aislamiento tan presentes en las familias actuales, son entre muchos otros, elementos imprescindibles en la formación del alumnado, que la enseñanza a distancia no puede sustituir plenamente.



REACCIÓN DE LA PROFESIÓN


Desde el Consejo General de Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias podríamos poner el acento sobre otras ramificaciones de la situación que la pandemia ha dejado al descubierto, pero nos sentiríamos satisfechos si, al menos, las recogidas en este breve escrito, recibieran la atención que indudablemente requieren.

Más allá de las reflexiones anteriores, nos gustaría además explicitar un aspecto que ya se halla implícito en lo dicho anteriormente, pero que creemos que es importante destacar: ante el reto que la emergencia actual ha representado para el mundo de la enseñanza, el profesorado y las escuelas han reaccionado de una manera espléndida, y se han adaptado más que satisfactoriamente a la inesperada y sobrevenida nueva circunstancia.

Sería quizá por tanto el momento de que la sociedad y la administración reconocieran de una vez por todas que la docencia, en la enseñanza reglada, es una profesión regulada, titulada y colegiada. Y esta afirmación no debería quedar en una simple afirmación, sino que debería plasmarse de modo claro en la normativa legal educativa.  Estamos seguros de que todas las profesiones representadas en Unión Profesional compartimos esta aspiración, y nos gustaría que fuéramos todos a la una para conseguir que este objetivo sea una realidad.

 

Josefina Cambra, presidenta del Consejo General de Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias