Cómo disfrutar de nuestro sentido más preciado durante una cuarentena

Juan Carlos Martínez Moral, presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO), aborda en el siguiente artículo cuestiones clave para la conservación de la salud visual en tiempos de COVID-19…

Juan Carlos Martínez Moral, presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO), aborda en el siguiente artículo cuestiones clave para la conservación de la salud visual en tiempos de COVID-19

 

Llegado el terrible caso de que tuviéramos que renunciar a cuatro de nuestros cinco sentidos. ¿Con cual nos quedaríamos? Imaginemos, por un momento, el desastre que sería esta pandemia si hubiera afectado a la vista en vez de al gusto y al olfato.

Sin embargo, el virus también está afectando indirectamente a nuestra vista, sobre todo en lo que se refiere a nuestra relación con los objetos con los que trabajamos. Hemos salido de nuestro ecosistema habitual y no nos comportamos con las pantallas de la misma manera que lo hacíamos antes de que este ente se metiera en nuestras vidas. ¿Qué está ocurriendo?

 

– Pasamos periodos de tiempo mucho más largos delante de las pantallas. De hecho el ocio lo desarrollamos con las mismas pantallas con las que trabajamos. La consecuencia lógica es el agotamiento de nuestro esquema corporal.

– Nos olvidamos de dar un respiro a nuestro cuerpo descansando, especialmente a nuestros ojos parpadeando con la frecuencia adecuada que permita aportar a nuestra córnea la película lacrimal que tanto necesita para oxigenarse. De esto se deriva el enrojecimiento de nuestros ojos que se ven obligados a suplir por vía sanguínea el oxígeno que no recibe a través de la lágrima. 

– La postura también se ve alterada porque no somos conscientes de los reflejos presentes en las pantallas.

Forzamos nuestra acomodación y nuestra convergencia especialmente cuando nos aproximamos demasiado a las pantallas con las que trabajamos. De este modo acabamos llevando al punto de estrés a nuestra musculatura extrínseca y a los músculos ciliares lo que colabora a descompensar una foria latente lo que puede provocar diplopía o visión doble.

Toda esta situación adversa es fácil de solucionar, sólo tenemos que aplicar nuestro sexto sentido: el sentido común que, afortunadamente, no parece haber sido afectado por el virus.

Ajustemos el brillo y el contraste para evitar la sobre estimulación y vigilemos los reflejos cambiantes a lo largo del día. Revisemos si nuestra postura es cómoda y adecuada.

No nos olvidemos de que las mejores gotas hidratantes, la lágrima, la segrega nuestro propio organismo. Nuestros párpados la distribuyen homogéneamente dando lugar a una fina capa que además de oxigenar nuestra córnea de modo natural contiene elementos que retardan la evaporación. No hay gota más barata, ni más apropiada que esta. 

Tomemos tiempo para descansar, dediquemos diez minutos cada hora para levantarnos, abandonemos la tarea, echemos un vistazo por la ventana, disfrutemos de los beneficioso que es el parpadeo y volveremos a estar en condiciones de volver a la tarea, eso si, sin olvidarnos de parpadear.

 

A todo esto sólo hay que añadir que tenemos que tomar conciencia de que estas sensaciones son fáciles de explicar para un adulto pero los niños, además de sufrirlas, no les resulta fácil explicarlas y menos que se les comprenda por lo que es conveniente que a ellos también les inculquemos estas buenas prácticas.

En definitiva, para conservar sano nuestro sentido más preciado, la vista, utilicemos nuestro sexto sentido: el sentido común.

 

Juan Carlos Martínez Moral, presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO)