Conciliación y productividad

José Luis Casero, presidente de ARHOE   ¿Conciliación versus productividad? No, no son conceptos que estén enfrentados.  Nos encontramos viviendo una época francamente difícil, desde diferentes…

José Luis Casero, presidente de ARHOE

 

¿Conciliación versus productividad? No, no son conceptos que estén enfrentados. 

Nos encontramos viviendo una época francamente difícil, desde diferentes perspectivas, que nos afecta ante todo como personas y que nos ha situado en un ámbito de vulnerabilidad (de todo tipo) que no podíamos imaginar. En ARHOE llevamos más de 15 años explicando la necesidad de una política adecuada de horarios racionales y saludables en la vida personal, familiar, laboral y profesional (sí, los autónomos también tenemos derechos, aunque a veces se nos olvidan a nosotros mismos o a los poderes públicos como parte importantísima del tejido productivo español). 

Y en lo que debería haber sido normal en una situación de normalidad —mejorar nuestras capacidades productivas y articularlas con nuestra vida como personas—, ha venido una situación excepcional como la maldita pandemia (y, más recientemente, la gran nevada) a reescribir de manera forzada nuestro día a día como personas, como parte de una familia, como trabajadores, en definitiva, como sociedad. 

 

En ARHOE llevamos más de quince años explicando la necesidad de una política adecuada de horarios racionales y saludables en la vida personal, familiar, laboral y profesional.

 

Y de repente los políticos se dan cuenta de que el teletrabajo es bueno y que se necesita una legislación, aunque lo realmente óptimo sería que supiésemos gestionar nuestro tiempo de forma adecuada en un entorno on line u off line, y que se pudiese teletrabajar de forma parcial y no total. 

Empezamos a escuchar a ciertos políticos hablar de jornadas laborales de 4 días que “hacen países como Nueva Zelanda…”. Y es que la reflexión de una rebaja significativa de la jornada laboral semanal siempre ha estado presente a la hora de analizar el mercado de trabajo, la productividad y los deseos de las personas de un mayor tiempo de ocio. 

Ya en febrero del 2020 decíamos que lo importante en esta materia de jornadas laborales era construir la casa por los cimientos. Y es que el tema no es hablar de reducir días laborales, sino de tener unos horarios que posibiliten una distribución racional de los tiempos de trabajo mediante el acuerdo y no la imposición. Dignidad en el trabajo, en el salario y en los tiempos de libre disposición de las personas trabajadoras es lo que siempre hemos defendido desde la asociación. 

 

La reflexión de una rebaja significativa de la jornada laboral semanal siempre ha estado presente a la hora de analizar el mercado de trabajo, la productividad y los deseos de las personas de un mayor tiempo de ocio. 

 

En la actualidad plantear sin más la reducción a cuatro días de trabajo a la semana es una simplificación de la cuestión y, lo que es más grave, puede crear falsas expectativas en la ciudadanía, pues no se aclara si se mantendrá o no la jornada máxima de 8 horas de promedio y si se conservará el mismo salario y quién soportará ese coste. Además, en esas grandes declaraciones políticas de una parte del Gobierno no se tiene en cuenta la diferente tipología de las empresas, donde en algunas será viable, pero en otras no, ni se habla de mejorar la productividad que, en definitiva, es clave para la creación y mantenimiento del empleo. 

Se parte de una idea atractiva e interesante para la persona, pero debemos partir de que la implantación de la jornada laboral de 4 días, en el momento actual, requiere no de simplicidad, sino de un análisis sosegado y en profundidad sobre su conveniencia, viabilidad y aplicabilidad en según qué sectores.

Debemos, por un lado, pensar, analizar y debatir sin cargas ideológicas, y centrarnos en analizar las ventajas para el empleo, las empresas y los trabajadores. Entender que el empleo tan necesario se va a crear por este tema, por los días libres que dejen unos trabajadores para que los ocupen otros, es no conocer el mercado de trabajo ni a las propias empresas ni la propia dignidad de un trabajo que podría abocar a jornadas semanales de horas (y salarios acordes a esas horas). Y por otro lado, en un país como el nuestro, donde nos aproximamos a una tasa de paro del 20%, si se reducen jornadas y salarios únicamente contribuiremos a un incremento del pluriempleo.

 

Dignidad en el trabajo, en el salario y en los tiempos de libre disposición de las personas trabajadoras es lo que siempre hemos defendido desde la asociación. 

 

Pero, además, ya avanzaba que generalizar una medida para todos es imposible, es no entender la actividad económica ni laboral que la sostiene. No estamos demonizando esta medida (de hecho hemos premiado recientemente a una empresa que la podía aplicar y la está desarrollando con óptimos resultados), sino poniendo los pies en el suelo en un debate que en su fondo habría que abordarlo desde la realidad productiva del país, pues en trabajos que tienen un mayor valor añadido y generan alta productividad (sectores industriales, tecnológicos, etc.), por ejemplo, sí sería posible esta medida, pero no se puede generalizar e implantar de un día para otro y en todos los ámbitos de la producción. De ahí que con otros expertos coincidimos en que lo que se debe hacer es promover y fomentar prácticas voluntarias en las empresas que, por su realidad productiva o sus necesidades, vean esta opción como factible, realizable y competitiva. 

Para el resto de los sectores el camino a la mejora del empleo y la conciliación debería ser una efectiva flexibilidad horaria consensuada entre empresa y trabajadores, en donde además sería más conveniente y factible estudiar e implantar la generalización de una jornada de 7 horas diarias, que nos haría ser más productivos, o jornadas intensivas durante el año (sin la parada de 2 horas y media para ¿almorzar?) y no solo durante el verano. Una cultura empresarial que deje el odioso presentismo (y su derivada en el teletrabajo de “onlineismo”), en donde orientados a objetivos y clientes, hagamos un uso inteligente del tiempo que nos permita ser mejores profesionales y, por qué no, mejores personas y sociedad.

 

José Luis Casero, presidente de ARHOE-Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles y socio-director de Grupo Tempo Consultores y Asesores SL.