COVID-19, economía y profesiones colegiadas

Primeras consideraciones sobre el impacto del coronavirus en la economía y las profesiones colegiadas La brusca llegada del COVID-19 nos enfrenta a un escenario inexplorado en…

Primeras consideraciones sobre el impacto del coronavirus en la economía y las profesiones colegiadas

La brusca llegada del COVID-19 nos enfrenta a un escenario inexplorado en todos los órdenes sociales, políticos y económicos cuyas consecuencias aún son insondables en su profundidad y alcance. Un hecho que en economía se conoce un cisne negro, es decir, algo inesperado que sucede y modifica en negativo todas las previsiones. 

El diagnóstico principal es que pondrá a prueba la confianza de las relaciones socioeconómicas y del tejido productivo de cualquier escala, así como el margen de maniobra de las instituciones políticas, financieras y civiles para hacer lidiar con ello. Un desafío que nos interpela a todos y para el que habrá que diseñar, como respuesta y en función del tiempo que se prolongue la situación, un tratamiento multidisciplinar eficaz para superarlo siguiendo con la analogía.

Marco general: reducción de la inversión, la ocupación y el consumo 

Si nos centramos en los aspectos económicos que puede acarrear quizás es posible dibujar algunos primeros patrones conductuales que han sido observados en crisis anteriores y que ahora podrían ser acentuados. En tal sentido, si el miedo es la emoción predominante en la sociedad en estos momentos en sus derivadas de pánico e incertidumbre de cara al futuro, las decisiones económicas de los agentes económicos tenderán a presentar, como ya estamos viendo, un perfil conservador y de repliegue. 

Eso quiere decir que en el caso de las empresas las inversiones en bienes de equipo o plantilla se pospondrán por el momento en su gran mayoría y se incrementará más la figura de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), por ejemplo, en el sector de la educación o la hostelería. Pero también en la industria o la construcción como describimos después. Ello conecta con las decisiones de los consumidores y familias puesto que retrasarán las dos grandes inversiones que suelen hacer: vehículos y viviendas. Algo que podría acabar por dañar aún más la situación debilitada que ya arrastraba tanto el sector del automóvil como el de la construcción. 


Marco financiero: inyecciones de liquidez, dotación de provisiones y menor inflación

Producto de ello, es esperable una mayor propensión al ahorro y en forma de liquidez. La Reserva Federal, el Banco Central Europeo, y los bancos de Suiza, Japón y Canadá llevarán a cabo una acción coordinada de compra de bonos y de habilitación de instrumentos para drenar más liquidez a los mercados y así pueda fluir mas el crédito a familias y empresas. Una situación que por el momento no calma a los mercados de renta variable que solo la semana pasada se dejaron se dejaron un tercio de su valor en la Unión Europea. 

Cabe señalar también que sin la adopción de más medidas a nivel europeo y nacional que palíen la tensión financiera de los agentes económicos, como por ejemplo la moratoria en el pago de las hipotecas, que sí será aplicada en nuestro país, es previsible un pequeño repunte de la tasa de morosidad que obligará a la banca a dotar más provisiones por impagos lo que limitaría su capacidad de negocio y márgenes. 

En cuanto al nivel de inflación, debido al Estado de alarma, el gobierno puede regular el suministro de la gasolina y la energía para evitar alzas excesivas de precios. Por tanto, el IPC debería tender a mostrar cierta estabilidad, una situación que ayudaría a que los alimentos perecederos tampoco encarecieran más su precio. A ello contribuiría la menor presión de demanda de las materias primas cuyo precio tenderá a caer como ya está sucediendo con el petróleo. Además, la inflación subyacente, que no contempla energía ni alimentos perecederos, podría resentirse si la situación se alarga, lo que tendría explicación en una menor demanda de otros bienes y servicios que no serían considerados tan prioritarios o posibles de producir como todos aquellos relacionados con actividades al aire libre o de ocio.

En contexto, si la inflación se mantuviera estable o descendiera podríamos aproximarnos a un periodo de dificultad en el que el previsible aumento de la deuda pública para llevar a cabo los estímulos económicos —con coste creciente por el alza de la prima de riesgo— no podría ser mitigado por la revalorización del precio de los diferentes activos para afrontarla. Es decir, lo más probable es que la deuda pública tienda a crecer más rápido que el Producto Interior Bruto (PIB) y, por tanto, su peso en porcentaje sobre este último sea mayor. Solo en el año 2019, esta ratio de deuda pública sobre el PIB llegó al 95,5% y superaría el 100% bajo esta lógica.

Ahora que más nunca la deontología profesional controlada por las entidades colegiales cobra un mayor valor relevancia para guiar el servicio que prestan los profesionales y atribuir la calidad necesaria en tiempo y forma que precisan los clientes, pacientes y usuarios, y en equilibrio con la seguridad para toda la sociedad.


Caída del Producto Interior Bruto y la ocupación

Precisamente, derivado de esa inversión inferior también se espera un impacto negativo en la ocupación. Cierto es que la actividad y la demanda de ocupación crecerá en el sector sanitario, la industria sanitaria y alimentaria, el comercio de alimentación, el de entretenimiento digital en el hogar, las telecomunicaciones, el de cuidadores en el hogar, así como los sectores derivados sobre los que los citados generan empleo indirecto como las actividades administrativas, el régimen agrario, y la distribución y almacenamiento. A ellos habría que añadir el sector funerario si lamentablemente la situación se prolonga.

Sin embargo, en el resto de sectores el movimiento prioritario será la caída de ocupación con perspectiva temporal de ser recuperada en buena medida. Veremos así como en las próximas semanas la figura de los ERTE (que no implica despido y permitirá el acceso al cobro de la prestación por desempleo) se hará más protagonista en los sectores de restauración, el resto del comercio general minorista de artículos y de grandes superficies, el textil, de ocio al aire libre, la producción audiovisual de entretenimiento, la industria que no provee a los sectores que precisaran actividad, la construcción e inmobiliario, o la reparación de vehículos o averías leves en el hogar esencialmente. Como previsión, en estos dos últimos es posible que su demanda repunte después del largo periodo en el que los vehículos estarán con menor uso.

De tal forma, en términos de Producto Interior Bruto (PIB) el escenario más probable es que la economía entre en terreno negativo y, sin descartar en un porcentaje de dos dígitos. Especialmente si la crisis se extiende más allá del verano, lo que afectaría de lleno el cartucho estacional del turismo y debido que a que la demanda interna supone el 60% del PIB. Como pistas, algunos datos preliminares de China reflejan que el paro ascendió a un máximo histórico del 6,2%, la producción industrial cayó un 13,5% anual en enero y febrero, y las ventas minoristas lo hicieron en un 20% en el mismo periodo. Cabe recordar que en el peor año de la crisis anterior, el 2009, en España los datos más intensos arrojaron una caída anual del 3,8% del PIB, y solo en el primer trimestre de ese año, la reducción intertrimestral fue del 2,6%.


Previsiones y posible recuperación en forma de ‘V’ en lugar de en ‘U’

En cuanto a las previsiones de lo que sucederá en la economía, todos los panelistas nacionales e internacionales están revisando ya sus modelos para corregir y aproximar lo que pasará. Hasta entonces, ya hemos comprobado el anuncio de organismos como el FMI que aventuran ya un impacto relevante en el ritmo de las economías y sugiere un estímulo del 2% del PIB mundial. También, la Comisión Europea y la OCDE han afirmado ya que el impacto del virus sobre las economías podría conducir a la Eurozona a una recesión.

Sobre el margen de acción una vez que se supere esta emergencia sanitaria, a diferencia de la Gran Recesión del 2009, los bancos centrales, a pesar de su actuación, no tienen apenas margen de maniobra para impulsar la economía con la política monetaria de bajar los tipos de interés. En todo caso, aún es pronto para valorar el alcance de las medidas que han tomado mencionadas anteriormente. 

Bajo este hecho, la política fiscal es la que tendrá mayor protagonismo para espolear y recuperar el tono de la economía aunque será fundamentalmente con cargo a deuda pública en la mayoría de los casos. No obstante, como se está valorando, una salida relativamente rápida del frente sanitario favorecería un marco de recuperación más rápido e intenso en forma de ‘V’. Solo un alargamiento más allá del verano nos abocaría a un escenario más probable de recuperación lenta en forma de ‘U’. En ello, las medidas del gobierno valoradas en un 20% del PIB destinadas a reducir el impacto negativo y acelerar dicha recuperación deberían ser de ayuda, aunque podría ser necesario una acción más coordinada con la Unión Europea.

Una de las premisas que parecen transversales es que en algunas profesiones el ejercicio solo se mantendrá para situaciones de emergencia, singularmente en aquellas prestaciones profesionales en los que se requiere el contacto físico.

Más teletrabajo y más automatización

En cualquier caso, de esta situación es esperable que cristalicen dos grandes movimientos que acelerarían la transformación de nuestro mercado laboral y que habrían de servir de respuesta para amortiguar el impacto de sucesivas crisis de similar índole. Por ejemplo, es predecible que las plataformas tecnológicas amplíen sus soportes para posibilitar que un mayor número de ocupados pueda teletrabajar de manera simultánea. Fenómeno que deberá arrastrar un paso más en las políticas de conciliación y corresponsabilidad no solo familiar, sino también de organización interna empresarial. 

Por otro lado, es previsible un mayor impulso a la automatización, especialmente, en los sectores críticos para que las cadenas suministro de bienes y servicios estén menos expuestas a rupturas de stock en momentos necesarios en los que el personal deba limitar su exposición física. En definitiva, hemos de referirnos a una apuesta decidida por incrementar el gasto en I+D en todos lo sectores para hacer avanzar, como ejemplo, la tecnología e investigación sanitaria.


Las profesiones como soporte económico y social

En cuanto al subsector de servicios profesionales los impactos son y pueden ser variopintos. Con todo, es ahora cuando emerge y destaca aún más el sustrato del valor asistencial de las profesiones colegiadas en todas sus ramas como otro estabilizador automático de la confianza, la economía y el estado del bienestar. 

Para que esto se pueda desplegar con el mayor potencial no se debe olvidar que el sistema de profesiones colegiadas articulado mediante la red de colegios profesionales introduce la necesaria certidumbre para operar y que con su conocimiento técnico, multidisciplinar y de campo sobre la situación, en colaboración con las administraciones públicas favorece que la gestión de esta crisis sea más eficiente, coordinada y minore el impacto económico negativo, que es la prioridad en estos momentos.

Así, ahora que más nunca la deontología profesional controlada por las entidades colegiales cobra un mayor valor relevancia para guiar el servicio que prestan los profesionales y atribuir la calidad necesaria en tiempo y forma que precisan los clientes, pacientes y usuarios, y en equilibrio con la seguridad para toda la sociedad.

Apuntes transversales

A tal efecto, estamos comprobando la revisión de los protocolos sanitarios para llevar a cabo el ejercicio en cada ámbito y las recomendaciones que desde las organizaciones colegiales se dirigen a sus profesionales y los ciudadanos. Una de las premisas que parecen transversales es que en algunas profesiones el ejercicio solo se mantendrá para situaciones de emergencia, singularmente en aquellas prestaciones profesionales en los que se requiere el contacto físico. Por ejemplo, en odontología solo se mantendrá principalmente para cuestiones urgentes y en las farmacias se establece una distancia para atender. En otras como la fisioterapia quedaría más limitado aún y quizás solo en algunos casos podrá aproximarse en términos telemáticos como seguimiento.

Apuntes sectoriales

Evidentemente, la rama sanitaria y social es la que está soportando el mayor peso debido a que su productividad está teniendo que bordear o incluso superar el límite del esfuerzo físico e intelectual para ofrecer la mejor prestación posible tanto en los espacios sanitarios como a domicilio. Por ende, el anunciado refuerzo de personal que incluirá también desde recién titulados a jubilados, y el suministro de materiales debería aliviar y alejar el punto de saturación del Sistema Nacional de Salud.

También, en la rama jurídica se están empezando a tomar medidas y seguir recomendaciones para limitar el contacto de los profesionales con los clientes y sin dejar de lado solo el funcionamiento básico y esencial de los juzgados y tribunales. Así, las notarias y registros permanecerán abiertos en tal línea. Al igual que se realizan recomendaciones en el ámbito de la convivencia y el mantenimiento de los edificios en las comunidades de vecinos como apuntan los administradores de fincas.

En relación con las profesiones técnicas y científicas, ya se están llevando cabo protocolos de seguridad para calibrar si actos como la edificación pueden continuar su actividad según los Consejos Superiores de los arquitectos y de los arquitectos técnicos. Algo extensible en el ámbito industrial en las diferentes ramas en las que las ingenierías prestan su soporte, en las que se están adoptando las medidas consecuentes de acuerdo a criterios sanitarios de protección a los trabajadores.

Asimismo, las profesiones en el ámbito económico siguen en marcha aunque de manera limitada puesto que, como ejemplo, las entidades financieras y de seguros mantienen su servicio con las debidas medidas de seguridad para suministrar el servicio a aquellas personas que así lo requieran por necesidad y no puedan acceder por medios digitales.

Mientras, el sector de la educación que se encuentra ante el desafío de concluir el periodo lectivo de este curso, presenta el mayor porcentaje de empleo estacional y podría sufrir un impacto notable en la ocupación si la articulación de la enseñanza a distancia en los próximos meses no se realiza del modo adecuado y extensivo. 

Por ello, haciendo extensible el reconocimiento a las profesiones colegiadas, deberá evaluarse, entre otras cuestiones, el posible deterioro en la facturación de muchas áreas de ejercicio así como en las condiciones laborales en la esfera asalariada y autónoma que, cuando menos, podrían estar sujetas a tensión y comprometer el buen desempeño del profesional en servicio. Situaciones que son y habrán de ser aún más vigiladas desde las organizaciones colegiales.

Eugenio Sánchez Gallego – Departamento de Economía de Unión Profesional